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lunes, 18 de julio de 2011

Levaduras, mohos, hongos - 2 parte


Las levaduras y también algunas variedades de hongo no poseen micelios verdaderos sino similares que son considerados variantes "degeneradas" en la escala evolutiva y provenientes de otras formas que sí los poseían.

El micelio es simplemente un filamento que constituye el aparato de nutrición de los hongos. Los de sombrero son sólo los cuerpos fructíferos o receptáculos de esporas de otros hongos cuyos micelios se ramifican dentro del terreno o del tronco donde crecieron.

El micelio crece. Una parte, la más antigua, puede hallarse en estado de descomposición, mientras que la otra parte está creciendo. Por ello es difícil determinar dónde empieza o termina el hongo.

El micelio es una hilera de células; miles de células que componen el filamento que puede llegar a medir varios metros de largo pero su diámetro es siempre el de una sola célula.

Las levaduras son monocelulares. La mayoría de los otros hongos son multicelulares en alguna etapa de su vida. Los hongos multicelulares pueden desarrollar una forma monocelular llamada espora. Las bacterias, por su parte, son todas monocelulares y algunas forman asimismo estructuras de una sola célula igualmente llamadas esporas.

Sin embargo, las esporas de los hongos y las de las bacterias son bastante diferentes. La espora de un hongo es una forma especial de micelio que contiene un solo núcleo. Es una estructura microscópica semejante al germen de la semilla, pues contiene en sí misma la potencialidad de reproducir una planta semejante a la que le dio origen. Las esporas pueden formarse asexualmente o después de un proceso sexual.

sábado, 16 de julio de 2011

Levaduras, mohos, hongos - 1 parte


No existe una definición satisfactoria para los hongos. Formarían otra clase de plantas sin clorofila, de las que parasitan en otras plantas verdes. Pero los hongos pueden considerarse como plantas bajas en la escala evolutiva, desprovistas de la sustancia que les permite hacer uso directo de la luz solar porque pueden vivir en ausencia de ella. Algunos hongos son parásitos, pero la mayoría no lo son. Los parásitos obtienen los elementos de su nutrición del huésped, aunque pasan por una etapa no parasitaria en su vida. El huésped puede ser animal o vegetal. No se ha descubierto ninguna especie de hongo capaz de parasitar simultáneamente a un animal y a un vegetal.

Los hongos no parásitos tienen necesariamente que encontrar su azúcar ya formada. Sus fuentes de azúcar natural más comunes son los restos de plantas recientemente muertas. Es aquí donde surge la enorme importancia de la actividad de los hongos al promover las primeras etapas de la desintegración y descomposición de los residuos vegetales.

El hábito microbiano de alimentarse no parasitariamente sobre la materia muerta se denomina saprofitismo. Gran número de hongos parásitos son productores de enfermedades mientras que muchos de los hongos útiles a la Humanidad son saprofitos. Sin embargo, algunos de éstos últimos no son muy bien recibidos por nosotros, justamente por desconocer su útil función.

El moho azulado que a menudo aparece sobre una naranja o el aparentemente más verdoso que crece sobre la cascara de los limones hace que esas frutas pierdan valor de comercialización. El consumidor lo considera algo muy semejante a una enfermedad.

Ahora bien, dondequiera que aparezca tal crecimiento de hongos sobre una fruta puede suponerse que ésta ha sido dañada previamente allí. Ese daño puede ser simplemente un pequeño golpe en el lugar posteriormente colonizado por el moho, pero el golpe ha destruido la integridad y vitalidad de la naranja o del limón solamente en ese punto. Y es allí y nada más donde una u otra especie de Penicillium (mohos azules o verdes) ha encontrado condiciones favorables y ha fundado su población.

El grupo Penicillium de mohos es favorecido por las condiciones presentes en los citrus dañados. Cuando surgen no hacen más que atestiguar la urgencia de restaurar el material vegetal localmente dañado, desvitalizado o tal vez muerto, y empiezan a trabajar para volverlo a la circulación como alimento para las plantas superiores.

La propagación y reproducción de los hongos sobreviene en forma fundamental a través del micelio, que es el tallo constituido por delgadísimos filamentos que pueden observarse sin dificultad propagándose en masas bajo la tierra donde crece un hongo de los llamados de sombrero.

jueves, 14 de julio de 2011

Poblaciones de microbios


Si las bacterias y levaduras se desarrollan en o encima de un medio sólido no migran, habitualmente, lejos de su lugar de origen. Permanecen congregadas, formando una masa con sus descendientes. Es decir, fundan sus propias poblaciones. Tales agrupaciones se denominan colonias y son, en algunos casos, visibles a simple vista. Por supuesto, para que esa visibilidad normal se produzca la colonia debe ser muy numerosa. Tanto como la superpoblación humana existente en Ciudad de México, en Tokio o en San Pablo.

En general, una población microbiana, cuya fundación fue estimulada por una cadena de condiciones especialmente favorables, es invisible a nuestros ojos sin ayuda de un microscopio. Tenemos, entonces, que los microbios no solamente pueden tener una existencia en soledad y vivir independientemente sino que también son capaces de convivir en sociedad.

Forman sus poblaciones con millones de habitantes, con mucho mayor facilidad que los seres humanos constituimos las ciudades. Se trata de seres pequeños cuyas dimensiones varían desde los que pueden ser observados a simple vista hasta aquellos que tienen un diámetro de 1/8.000 de milímetro. Están vivos y en sus colonias habitacionales también se producen cambios, nuevas distribuciones del poder, nuevos dominios.

Hay también en ellas la lucha por la supervivencia, por obtener el alimento y el debatirse con medios adversos. Es sorprendente la solidaridad existente entre los individuos que integran las colonias microbianas en esa lucha. Pero quizá la cuestión más destacable es que el hombre aprovecha y en en muchos casos "cultiva" esas colonias para obtener inapreciables beneficios. Hacemos trabajar a los microbios para nosotros y ellos lo hacen generosamente porque ésa es su función natural.

lunes, 11 de julio de 2011

LOS MICROBIOS SON POTENCIALMENTE INMORTALES


Si consideramos solamente tres reinos —animal, vegetal y mineral—, los microbios pueden pertenecer, según su especie, a uno u otro de los reinos animal o vegetal, o quizá a ambos o a ninguno. Siendo seres vivos no pueden clasificarse en el tercero de los reinos mencionados.

Algunos hombres de ciencia han sugerido la posibilidad de formación de un cuarto reino, intermedio entre las plantas y los animales. Se propone el nombre de "protistas" para los que lo integran. Hay también razones para la constitución de un quinto reino, que incluya a los virus. Estos cuerpos son tan pequeños que se les llama ultramicrobios, pero nadie sabe a ciencia cierta si tienen o no vida. Tampoco son minerales.

Los microorganismos no mueren. Cuando lo hacen es por causas exteriores, completamente ajenas a ellos, como la elevación excesiva de la temperatura y la acción de ciertas sustancias químicas muy activas.

Él bacteriólogo inglés Hugh Nicol señalaba que la inmortalidad de estos diminutos seres es semejante "a lo que sería la nuestra, si nunca muriéramos por enfermedad o vejez, sino por efecto de una catástrofe, tal como una gran sequía, inundación o erupción volcánica".

La célula microbiana no sólo es capaz de llevar una existencia independiente, sino que puede reproducirse sola. Los microbios se reproducen por división: uno se transforma en dos.

La reproducción sexual es la única existente en los organismos superiores, si exceptuamos la propagación de plantas por retoños y otras formas similares. En los microorganismos, que no sean bacterias por cuanto éstas siempre se dividen espontáneamente, un proceso reproductivo sexual puede alternar con otro asexual.

No ha podido saberse cabalmente qué induce a una célula microbiana a reproducirse por división. Se ha demostrado que un ambiente propicio favorece tai división. La temperatura, por ejemplo, ejerce una función sumamente importante y, dentro de ciertos límites, un incremento de la temperatura induce a una división más frecuente de las células microbianas.

En el caso de una bacteria de cierta especie coliforme, una temperatura de veinte grados centígrados produce una división cada sesenta minutos. Una temperatura de cuarenta grados hace que esa división ocurra cada diecisiete minutos.

El alimento es, también, muy importante para esta reproducción de los microorganismos. Debe ser no solamente abundante sino utilizable. Es imperiosa la existencia de agua que posibilita la vida y la hace fácil.

Hay otros factores como el grado de acidez del contorno. Si hay calor, alimento, humedad y los otros factores necesarios puede afirmarse que los microbios se seguirán multiplicando hasta acabar con el alimento. Luego morirán de hambre o bien adoptarán alguna de las formas de resistencia que ciertas clases suelen tomar en condiciones desfavorables. Hallándose en medios adversos para sus formas vegetativas, muchas bacterias y algunos hongos microscópicos forman esporas y algunos protozoarios producen quistes.

sábado, 9 de julio de 2011

TRASTORNOS NERVIOSOS Y MENSTRUACION


Actualmente se conoce la razón por la que las mujeres están más predispuestas a sufrir trastornos nerviosos y depresión poco antes y durante el período menstrual: el mantenimiento del equilibrio emocional en las mujeres parece depender de la presencia de una determinada cantidad de hormona sexual femenina en la sangre y en los tejidos.

Pero durante unos pocos días antes de la menstruación, cuando el cuerpo amarillo ha comenzado su involución y ha cesado de segregar progesterona y cuando el folículo del ciclo siguiente no ha comenzado a segregar aún estradiol, existe una moderada deficiencia de hormona sexual en la sangre. A menudo ocurren cambios similares durante la menopausia, período que comienza aproximadamente a los 45 años y dura alrededor de dos años hasta que el flujo menstrual cesa definitivamente y el nivel de las hormonas sexuales en la sangre disminuye.

Aproximadamente una semana antes de la menstruación, la sangre contiene el máximo de hormonas sexuales femeninas y muchas mujeres se sienten mejor y trabajan con mayor eficiencia durante este período que en cualquier otra época.

miércoles, 6 de julio de 2011

¿QUE SON LOS MICROBIOS?


Existe la creencia bastante generalizada de que los microbios son perjudiciales para el ser humano. El calificativo popular de "microbio", de índole despectiva e insultante que se aplica a personas consideradas malvadas, habla de la extensión que aquella concepción tiene entre nosotros.

Lo cierto es que la mayoría de los microorganismos conocidos son completamente inofensivos para los seres humanos e incluso hay algunos que facilitan funciones fisiológicas vitales como la digestión de los alimentos. Las bacterias destruyen plantas y animales muertos y los convierten en humus ó materia orgánica, que aumenta la fertilidad de la tierra. Otras, transforman el nitrógeno del aire en sustancias asimilables por las plantas. El alcance benefactor de estos seres subvisibles puede llegar a grados insospechados. Mediante la labor silenciosa de los microorganismos puede llegarse a la superación de uno de los grandes dramas de la Humanidad: la provisión de alimentos a un mundo que crece segundo a segundo.

Sin duda, el mundo microbiano, todas sus posibilidades, despiertan en el niño el espíritu investigativo y crítico necesario para su formación. El conocimiento de este micromundo es una contribución más a su futuro de creador. de hombre en condiciones plenas de criticar, verificar y no aceptar fácilmente todo lo que se le proponga. Francis Galton decía:

"No se debe confiar en impresiones generales. Desgraciadamente, cuando vienen de antiguo se vuelven reglas fijas de vida, y asumen el derecho prescriptivo de no ser puestas en duda. En consecuencia, quienes no están acostumbrados a la investigación original sienten odio y horror hacia la estadística. No pueden soportar la idea de someter sus sagradas impresiones a la verificación a sangre fría. Pero es el triunfo de los hombres de ciencia el elevarse sobre tales supersticiones y desear pruebas que puedan certificar el valor de sus creencias, y poseer suficiente dominio de sí mismos para dejar a un lado con desprecio todo lo que resulte falso".

lunes, 4 de julio de 2011

La menstruación


El ciclo se caracteriza por períodos de hemorragia, conocido con el nombre de menstruación, que se producen aproximadamente cada 28 días y duran unos cuatro días. El flujo menstrual está constituido por trozos de mucosa uterina desgarrada y sangre de sus vasos. Como la mucosa uterina se destruye casi por completo durante la menstruación, después de la pérdida menstrual alcanza un espesor mínimo.

En este período, bajo la influencia de la hormona foliculoestimulante o FSH, segregada por la hipófisis, uno o más folículos del ovario comienzan a agrandarse en forma rápida y las células foliculares segregan es-tradiol. Esta hormona determina el crecimiento de la mucosa interina y al final de la primera semana, su espesor llega a la mitad del que alcanzara en ausencia de embarazo.

Estimulada por la mezcla conveniente de FSH y LH de la hipófisis, la ovulación se produce alrededor de catorce días después del comienzo del período menstrual precedente. El óvulo maduro se libera del ovario por la rotura del folículo. Las células foliculares se transforman, entonces, en el cuerpo amarillo que, bajo el estímulo de la LH de la pituitaria, segrega la segunda hormona comprendida en el ciclo menstrual: la progesterona. Esta hormona completa el desarrollo de la mucosa uterina preparándola para recibir un óvulo fecundado. Además, se encarga de poner en marcha el crecimiento de las glándulas mamarias e impide el desarrollo de folículos y óvulos adicionales.

Como ya dijéramos, si el óvulo no ha sido fecundado, el cuerpo amarillo comienza a involucionar terminando así la secreción de progesterona. Como el mantenimiento de la mucosa uterina depende de esta hormona, dicha regresión marca el principio de su rotura y el inicio del ciclo menstrual. En el ovario comienza a madurar otro folículo y se inicia así el ciclo menstrual siguiente.

Si se produce el embarazo, el cuerpo amarillo se mantiene y segrega progesterona casi hasta el momento del parto. La secreción permanente de esta hormona es necesaria para que éste pueda proseguir y si se extirpa el cuerpo amarillo, el embarazo termina inmediatamente en un aborto. La hormona del cuerpo amarillo estimula también el crecimiento de las glándulas mamarias y las prepara para la acción de la hormona lactogénica de la hipófisis, que es segregada poco después del parto y provoca la secreción de leche.

Después de que el óvulo ha sido liberado del ovario, puede ser fecundado mientras recorre
el oviducto sólo durante un breve lapso, probablemente de alrededor de 24 horas. Cuando se depositan los espermatozoides en el sistema reproductor femenino durante la unión sexual, sólo retienen su capacidad de fertilizar al óvulo por espacio de 48 horas, como máximo. El período de mayor fertilidad en los seres humanos, por consiguiente, se reduce a la época de la ovulación que ocurre, aproximadamente, en la mitad del ciclo menstrual.

jueves, 30 de junio de 2011

El aparato respiratorio: bronquios, pulmones, lobulillos y alveólos


Los BRONQUIOS son unas ramificaciones, cada vez más finas y numerosas, gracias a las cuales el-aire se distribuye por todo el ámbito pulmonar. Los bronquios gruesos tienen un aspecto semejante al de la tráquea; pero a medida que se hacen más finos, sus paredes se adelgazan.

Los PULMONES son dos masas de tejido esponjoso y elástico, que se expanden y contraen siguiendo los movimientos de la caja torácica. El pulmón izquierdo está dividido en dos lóbulos y el derecho en tres. Ambos pulmones están cubiertos por la pleura. Es ésta una membrana serosa constituida por dos hojas, una de las cuales se adhiere a las costillas y la otra al pulmón. Entre ambas hojas hay un líquido lubricante que permite el libre deslizamiento de las mismas durante los movimientos respiratorios.

Los LOBULILLOS. Cada lóbulo pulmonar se divide en lobulillos de cerca de un centímetro cúbico de volumen. Hay 800 en el pulmón derecho y 700 en el izquierdo. A cada lobulillo llega una fina ramificación bronquial, dividida en una docena de ramificaciones más finas aún: son los bronquiolos.

Los ALVÉOLOS. Se encuentran en la extremidad de los bronquiolos terminales donde forman densfos racimos. Tienen la forma de vesículas hemisféricas. Cada alvéolo se halla revestido por una red de finísimos capilares. En el breve lapso de 27 segundos, el conjunto de los capilares pulmonares recibe toda la masa de nuestra sangre, que sobrepasa los cinco litros. Para que los alvéolos, sobre los cuales se extiende esa finísima red capilar, puedan dar cabida a tal cantidad de líquido, es indispensable que su número sea muy crecido (algunos centenares de millones). Extendidos, ocuparían una superficie de 100 a 150 metros cuadrados. A través de esta enorme superficie se produce el intercambio de gases entre el aire inspirado, que llega a un lado de la membrana, y la sangre que fluye por el otro lado, dentro de la red capilar.

martes, 28 de junio de 2011

El aparato respiratorio: nariz, faringe, laringe y traquea


EL APARATO RESPIRATORIO es un conjunto de órganos cuya misión consiste en introducir el aire en el organismo y efectuar los intercambios gaseosos: el paso del oxigeno del aire a la sangre, y del anhídrido carbónico en sentido inverso.

La NARIZ es un conducto de entrada del aire en las vías respiratorias. En los vocablos que se refieren a la nariz, se encuentra con frecuencia la raíz "riño" (rinitis, otorrinolaringología, etc.). Riño deriva de la palabra griega "rin", que significa, precisamente, nariz.

Un tabique, en parte óseo y en parte cartilaginoso, divide la nariz en dos mitades, cada una de las cuales está subdividida por tres repliegues en otros tantos conductos denominados meatos. El objeto de los repliegues, que aumentan la superficie de la mucosa, es calentar y humedecer el aire, y librarlo de impurezas, gérmenes, etc. Para ello, las mucosas están ricamente vascularizadas y permanentemente humedecidas por el líquido lagrimal y por una mucosidad viscosa, de acción antiséptica.

La FARINGE es el conducto por el cual pasa el aire a los pulmones y los alimentos al estómago. Con tal objeto, se comunica por arriba con la boca y la nariz, en tanto que abajo se prolonga en dos conductos: uno, denominado esófago, que lleva los alimentos al estómago; el otro, la laringe, que es la vía seguida por el aire inspirado.

La LARINGE no es solamente un lugar de paso para el aire; es, además, el órgano de la fonación. Allí se producen los sonidos que, modulados por la lengua y los labios, se traducen en palabras. En el extremo superior de la laringe hay una membrana valvular, la epiglotis, que cierra el orificio de dicho conducto durante la deglución. De no ser así, los alimentos podrían entrar en las vías respiratorias.

La TRÁQUEA es un tubo cilindrico de 10 a 12 centímetros de largo y 2 de diámetro, al que una serie de anillos cartilaginosos mantiene permanentemente abierto para que el aire pueda pasar fácilmente.

domingo, 26 de junio de 2011

Reguladores electrónicos del corazón


Los reguladores electrónicos no renuevan nada de lo que está orgánicamente desgastado o lesionado en tan delicado mecanismo. Lo que hacen es reajustar el ritmo mediante controlados estímulos eléctricos. La presión o tensión arterial. Constituyen expresiones análogas, que denominan un mismo fenómeno. Éste consiste en el variable empuje de la sangre sobre la pared de las arterias, la que reacciona con diferente grado de tensión, a la fuerza de la presión sanguínea: cada contracción cardíaca (sístole) la eleva, determinando la presión máxima (presión sistólica), y la relajación de la diástole la disminuye, estableciendo la presión mínima (presión dias-tólica).

A comienzos del siglo dieciocho, Stephen Hales, un clérigo inglés, demostró experimentalmente que la sangre circula a presión en las arterias. Par, ello, insertó en la arteria crural de una vieja yegua, un tubo de bronce, al que adaptó un segundo tubo de vidrio de igual diámetro, en el que pudo observar la altura a que se elevaba la columna de sangie como resultado de la presión, y también las variantes producidas por las pulsaciones. (En realidad, ese tubo representaba simplemente un manómetro de sangre, en el que no era posible realizar observaciones muy prolongadas a causa de la coagulación.)

El médico puede establecer el valor de la presión sanguínea arterial, mediante el esfigmomanómetro (de esfigmos =z pulso, y manómetro, dispositivo para medir presiones), aparato que consiste en un manguito neumático, adaptable al brazo mediante un vendaje, y que puede insuflarse y desinflarse gradualmente y a voluntad. La medición se hace en términos de la presión de aire necesaria para comprimir la arteria hasta que el pulso desaparece, presión que se registra en el manómetro conectado con el manguito neumático.

Comúnmente la tensión arterial se toma en la arteria humeral del brazo izquierdo, por encima del pliegue del codo. La presión diastólica se aprecia con la ayuda de un estetoscopio colocado sobre la misma arteria, por debajo de la zona comprimida, para poder escuchar las pulsaciones. La intensidad de la presión sanguínea disminuye a causa de la fricción de la sangre circulante contra las paredes de los tubos conductores: decrece paulatinamente en el trayecto circulatorio, desde la aorta (en donde llega a 140) hasta las venas inmediatas a las aurículas (alrededor de 0).

La presión normal en el hombre, oscila entre los 120 y los 75 mm. de mercurio (máxima en la sístole y mínima en la diástole), es decir, que iguala a la presión que ejerce una columna de mercurio de las alturas respectivamente consignadas. Para asegurar la eficiencia de los procedimientos esfigmomanométricos, existe una serie de reglas, uniformadas por comités médicos especiales, reglas que se refieren no sólo a las condiciones del equipo instrumental y a la posición del paciente, sino también a los métodos para la aplicación de los aparatos, y normas para la determinación de la presión sistólica y diastólica.