Desde luego, en el olfato son de gran importancia los fenómenos de recepción asociada: unas veces se asocian dos o más estímulos olfativos, y en otras ocasiones la asociación se establece con estímulos de distinta modalidad, como los gustativos, térmicos, etc. El método para medir la sensibilidad olfatoria de los sujetos sanos y enfermos, u olfatometría, se practica con el olfatómetro de Zwaardemaker. Este instrumento consiste en un tubo cilindrico construido, bien con una sustancia olorosa, como el caucho, o con porcelana porosa empapada de una solución olorosa; un tubo de cristal graduado, más largo que el anterior y concéntrico con él, se desliza en su interior, de modo que queden al descubierto porciones más o menos largas del primer tubo.
El aire que circula por el tubo de cristal, al hacer una inspiración, arrastra partículas olorosas, según la superficie descubierta del tubo oloroso. El tubo de vidrio se acoda por su extremo libre en ángulo recto para poderse introducir directamente en la fosa nasal. Completa el aparato una pantalla para limitar el campo olfatorio. Se llama olfatía a la longitud del tubo odorífero necesaria para provocar una sensación. Esta unidad que, desde luego, es completamente arbitraria, significa la excitación correspondiente al mínimo perceptible de cada olor por un órgano normal. Otro método, algo más psrfeccionado, es el procedimiento del soplo de Elsberg y Levy, en el cual la sustancia olorosa se coloca en un frasco provisto de dos tubos.
Uno de los tubos se conecta mediante una pieza al interior de las ventanas de la nariz y por el otro se impulsa un volumen conocido de aire, a presión constante, mediante una jeringa desde la botella, mientras el sujeto mantiene la respiración.
Por impulsiones sucesivas y graduales en intensidad se va haciendo llegar a la nariz volúmenes cada vez mayores de aire, hasta que el olor es justamente percibido y reconocido. El volumen más pequeño necesario para identificar el olor, recibe el nombre de olor mínimo identificable o coeficiente olfatorio. Por otra parte, no puede descartarse la hipótesis de que se trata de formación de sustancias químicas diferentes, por el contacto entre los cuerpos con sabor y las células linguales.