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¿Intentando perder peso?

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sábado, 7 de mayo de 2011

Glándulas endócrinas


HIPÓFISIS. Esta complicada glándula desarrolla una enorme actividad volcando en la sangre hormonas que ejercen variadas funciones: frenan la desaparición de la glucosa sanguínea, es decir, su transformación en glucógeno y grasas, equilibrando, por consiguiente, las funciones de la insulina (ver "páncreas"); estimulan el crecimiento, acelerando la reproducción de las células óseas; aumentan la actividad del tiroides; excitan las suprarrenales, aumentando la secreción de cortisona, y regulan la producción de orina por el riñon.

TIROIDES. Pesa cerca de 20 gramos; segrega una hormona, la "tiroxina" o tiroidina, rica en yodo, muy necesaria para el crecimiento y el desarrollo del organismo.

PARATIROIDES. Son cuatro pequeñas glándulas que regulan el equilibrio del calcio y el fósforo del organismo. La escasez de la hormona paratiroidea provoca el descenso del calcio en la sangre y en el sistema nervioso, lo que causa tastornos de tanta importancia que pueden llevar a la muerte.

PÁNCREAS. El páncreas segrega el jugo pancreático, que se vierte en el intestino delgado (duodeno). Pero tiene, además, una importancia fundamental como glándula de secreción interna: produce una hormona, la insulina, la cual hace que la glucosa de la sangre se transforme en "glucógeno" en todas las células, especialmente en el hígado. Este glucógeno, substancia de reserva, es quemado en los músculos y se obtiene así la energía necesaria para los movimientos. Si la insulina falta, o existe en cantidad insuficiente, la glucosa, que no puede ser quemada, se acumula en la sangre y produce una grave enfermedad, la "diabetes".

SUPRARRENALES: Estos verdaderos capuchones del riñon, de color amarillo oscuro, segregan dos hormonas de enorme importancia; la "adrenalina", que regula el funcionamiento del corazón (incluso en aquellas personas con ciertas afecciones cardíacas se inyecta adrenalina), la dilatación y contracción de los bronquios y vasos sanguíneos, y actúa también sobre la musculatura voluntaria e involuntaria; la otra hormona es un grupo llamado corticoides al que pertenece la "cortisona", que regula la transformación de la alucosa y combate los procesos inflamatorios de cualquier índole. Hoy la "cortisona" es sumamente usada para combatir el reumatismo, la artritis y otras enfermedades.

SEXUALES. Producen las gonadas que determinan las características propias de cada sexo (ejemplos: pilosidad facial, tono de voz, contextura ósea, etc.).

jueves, 5 de mayo de 2011

Las glándulas


En nuestro cuerpo existen ciertas glándulas que obran como un astuto funcionario; ellas mantienen el orden y la armonía de nuestras funciones orgánicas por intermedio de substancias que se vierten en los numerosos canales sanguíneos y linfáticos que cruzan nuestro organismo y que tienen el carácter de verdaderos mensajeros.

Estas glándulas se llaman de secreción interna o endocrinas, y sus productos se denominan hormonas. A través de la sangre llegan a los distintos órganos donde ejercen su acción.

Actúan en cantidades infinitesimales, estimulando algunas funciones, frenando otras y desencadenando distintos fenómenos biológicos. Para concluir, podemos decir que si los nervios son mensajeros eléctricos, porque conducen los, estímulos a través de los "cables nerviosos", las hormonas son mensajeros químicos, porque llevan estímulos en sí mismas, debido a la naturaleza de su composición química.


Las principales glándulas que segregan hormonas son: la "hipófisis", el "tiroides", las "paratiroides", el "páncreas", las "suprarrenales" y las "sexuales". Se llaman glándulas de secreción interna las que vierten sus secreciones no al exterior, como las grimales, ni tampoco en conductos qué se comunican con el exterior, como las del aparato digestivo, sino directamente en. la sangre o la linfa. Hay glándulas, como el páncreas, con doble función.

miércoles, 4 de mayo de 2011

LAS MENINGES


Tanto el encéfalo como la medula espinal no están directamente en contacto, ya sea con los huesos del cráneo o con las vértebras, sino que están envueltos por una serie de membranas, llamadas meninges.

La más interna, llamada piamadre, es tenue, delicada y de color blanco. Se adhiere a la superficie del tejido nervioso, al cual manda numerosos vasos sanguíneos, ya que este tejido tiene necesidad de una abundantísima irrigación.

Por fuera de la piamadre se halla la aracnoides, separada de aquella por un espacio lleno de líquido (líquido céfalo-raquídeo) el cual forma una almohadilla protectora, alrededor del encéfalo y medula.

Por último, por fuera de la aracnoides, se encuentra la duramadre, junto a los huesos.

lunes, 2 de mayo de 2011

El cerebro, el cerebelo y la médula


Este es el cerebro propiamente dicho: está formado por sustancia gris en su parte externa, llamada también corteza, y por sustancia blanca en su interior. Está recorrido por surcos sinuosos, más o menos profundos, algunos de los cuales adquieren gran profundidad y se denominan cisuras; éstas dividen la masa cerebral en varios sectores denominados lóbulos.


El cerebelo, una masa de sustancia nerviosa de 8-10 cm. de ancho por 6 de largo y 5 de espesor, colocada, como se ve, debajo de los lóbulos occipitales, está formado por dos hemisferios cere-helosos y una parte mediana, pequeña, llamada vermis.

La médula

El cerebro se continúa hacia abajo con el bulbo o médula oblongada y ésta, a su vez, con la medula espinal. Esta posee la forma de un largo cordón blanquecino, cuyo grosor es de un cm. y su largo de 45 cm. Sale del cráneo por el agujero occipital y se halla, en su totalidad, alojada dentro del conducto raquídeo, terminando por un extremo aguzado, llamado cono terminal. Si la observamos en un corte, la veremos compuesta también por una sustancia gris que ocupa la parte central formando una H, y otra blanca, situada en la periferia.

sábado, 30 de abril de 2011

EL ENCÉFALO


Es la parte principal del sistema nervioso y está compuesta por cuatro partes: el cerebro, el cerebelo, la protuberancia y el bulbo raquídeo; en su conjunto se halla protegido por la caja craneana, en cuyo interior se aloja. El cerebro es la parte más voluminosa del encéfalo; posee en su conjunto una forma ovoidea, más aguzada en su extremo anterior (polo frontal) que en el posterior (polo occipital). Tiene un peso que oscila alrededor de los 1.180 gramos, siendo un poco más pesado en el hombre que en la mujer. Es casi el 1/50 del peso total del cuerpo.

EL CEREBRO VISTO POR ENCIMA

Si observamos el cerebro desde arriba, notamos en seguida que está dividido por una profunda cisura interhemisférica, en dos partes, llamadas hemisferios cerebrales.



Esta sección permite observar cómo la parte inferior del cerebro se hace muy complicada por la existencia de una serie de estructuras que allí se encuentran:

  • El cuerpo calloso es una lámina blanca, convexa, que une por debajo, entre sí, los hemisferios cerebrales.

  • Los ventrículos cerebrales son cavidades comunicadas entre sí.

  • El quiasma del nervio óptico es la zona en la que ambos nervios ópticos, derecho e izquierdo, se cruzan.
  • La hipófisis, importantísima glándula endocrina, cuyos productos se vierten en la sangre y accionan sobre el desarrollo.

viernes, 29 de abril de 2011

Centro respiratorio


La respiración puede controlarse por medio de la Voluntad, pero normalmente es automática. El centro respiratorio, ubicado en el bulbo raquídeo, manda impulsos (a través de fibras nerviosas) a los músculos intercostales y al diafragma, produciendo su contracción rítmica. Cuando, en cada inspiración, los pulmones se han expandido, las terminaciones nerviosas fijas en los músculos lisos de los conductos pulmonares son estimuladas y envían impulsos nerviosos al centro respiratorio.

Las experiencias indican que en el centro respiratorio hay dos regiones principales: una que produce la inspiración y otra, antagónica de la primera, que produce la espiración. Estas regiones se llaman centros inspiratorio y espiratorio respectivamente. Además, hay una zona en la parte frontal del bulbo que juega algún papel en el contralor del ritmo respiratorio, ya que, cuando se cortan los tractos nerviosos de esta zona, se destruye el ritmo. Probablemente, esta zona recibe impulsos del centro inspiratorio y, al mismo tiempo, impulsos desde este último centro pasan a los músculos intercostales, el diafragma y el centro espiratorio.

La influencia combinada de la zona frontal del bulbo, el centro espiratorio y los impulsos que vienen dé los receptores sobrepasa al centro inspiratorio y produce la espiración. La respiración se refiere únicamente a la ventilación de los pulmones, de manera tal que se inhale un adecuado abastecimiento de oxígeno y que se exale el anhídrido carbónico. Pero en el sistema sanguíneo también hay transferencias: el oxígeno pasa de la sangre a los tejidos y el anhídrido carbónico de los tejidos a la sangre.


Esto no es sorprendente, ya que existen relaciones entre el centro respiratorio y los centros nerviosos que controlan la circulación. El mismo centro respiratorio es sumamente sensible a la concentración de anhídrido carbónico en la sangre; cuando esta concentración aumenta, se incrementa la respiración.

En los arcos aórtico y carotideo hay receptores sensibles a la concentración sanguínea de anhídrido carbónico y oxígeno. Cuando esta concentración disminuye, por ejemplo, disminuyen también la profundidad y frecuencia respiratorias; cuando la concentración aumenta (como ocurre luego de un ejercicio vigoroso) aumentan la profundidad y frecuencia de la respiración. De esta manera, la concentración de anhídrido carbónico, retorna a su nivel promedio.

Aunque el anhídrido carbónico, cuando se encuentra en grandes cantidades, es perjudicial para el organismo, se necesita en una cierta concentración para que sea posible su propio funcionamiento. Hemos descrito sólo algunos factores relacionados con la respiración, pero es obvio que existe un sistema de alta eficiencia por el cual se satisfacen las diversas necesidades orgánicas.

miércoles, 27 de abril de 2011

Los músculos en la respiración


Las fibras elásticas permiten a los pulmones expandirse en la inspiración (entrada de aire) y cuando se contraen (esto es, se acortan) en la espiración (salida de aire) impulsan el aire fuera de los pulmones.

La espiración se cumple, principalmente, por la acción de estas fibras elásticas, de tal manera que se requiere muy poco esfuerzo muscular. Una persona que sufre un ataque de asma tiene dificultad en espirar el aire a causa de la contracción del músculo liso de los bronquiolos que reduce la expansión de los pulmones —y, por lo tanto, el estiramiento de las fibras elásticas— durante la inspiración.

La fuerza producida por el acortamiento de las fibras elásticas es, en consecuencia, menor que en una espiración normal. Los pulmones están situados en una cavidad, la cavidad pleural, que está limitada, hacia abajo, por el diafragma, una placa muscular, y, hacia los lados, por las costillas.

Entre las costillas se encuentran los músculos intercostales de importante función en los movimientos respiratorios; hay otros músculos que intervienen en la respiración, ayudando a los intercostales: los escalenos, hacia arriba, y los músculos abdominales hacia abajo.

El diafragma forma una cúpula de convexidad superior, en la parte inferior de las costillas. Durante la inspiración, el diafragma se aplana y desciende; los músculos intercostales mandan las costillas hacia afuera; el resultado es que la cavidad pleural se expande en todos los sentidos y reduce la expansión de los pulmones —y, por la presión atmosférica impulsa el aire hacia el interior de los pulmones.

Durante la espiración, los músculos intercostales se relajan y el acortamiento de las fibras elásticas del tejido pulmonar, junto con el impulso de los músculos abdominales y otro situado entre las costillas y el esternón, impulsan el aire al exterior de los pulmones.


El hombre es un animal que camina en posición erecta, de modo tal que el diafragma es más o menos horizontal y se mueve verticalmente. En los animales que caminan sobre sus cuatro miembros (cuadrúpedos), en cambio, el diafragma es vertical y se mueve horizontalmente. En el hombre, la caja torácica soporta poco peso y es movible, de tal manera que sus movimientos o los del diafragma aseguran una suficiente ventilación a los pulmones.

En los cuadrúpedos, en cambio, las costillas y sus músculos son más pesados, lo que reduce su movilidad. De esta manera, la mayor parte de la ventilación pulmonar está supeditada a los movimientos del diafragma. En contraste, las ballenas, y otros mamíferos que viven en el agua y no tienen que llevar ningún peso sobre sus miembros, pueden utilizar sus músculos torácicos para la respiración, siendo el diafragma de mucho menor importancia.

lunes, 25 de abril de 2011

La respiración humana


Cuando un animal está dormido o echado, mientras se esconde de sus enemigos o espera el momento oportuno para asir su presa, hay muy pocos signos externos que indiquen que ese animal está vivo. Pero si miramos detenidamente a un pez escondido entre la vegetación acuática o a una rana agazapada en el pasto, notaremos los movimientos rítmicos de las cubiertas branquiales del pez y los latidos "deglutorios" de la rana. Estos movimientos respiratorios quizá sean los signos más evidentes de que un animal está vivo.

Son la expresión externa de los grandes intercambios energéticos que tienen lugar dentro del animal, cuya energía se obtiene por la combustión de las materias alimenticias digeridas con oxígeno. Pero la respiración no se limita a la obtención de oxígeno. Otra función importante es la remoción del anhídrido carbónico (producto de desecho de las combustiones) del organismo. Por otra parte, si bien la respiración es un proceso rítmico, ese ritmo puede ajustarse (y se ajusta) para satisfacer las variantes demandas de los tejidos.


Cada pulmón puede compararse a un árbol, cuyas ramas son huecas y están representadas por los bronquios y bronquio-los; cada grupo de hojas está representado por un grupo o racimo de pequeños sacos huecos llenos de aire, los alvéolos. Cada árbol respiratorio está cubierto por una capa de tejido, la pleura, y todas sus, partes poseen una rica irrigación sanguínea. Los alvéolos y los bronquiolos tienen fibras elásticas en sus paredes.

sábado, 23 de abril de 2011

LA SENSIBILIDAD DEL OLFATO


No obstante su declinación, el olfato sigue siendo un sentido de acentuada sensibilidad. Bastan en general pocos centenares de moléculas, esto es una cantidad infinitesimal de materia, para que una célula olfativa sea estimulada y transmita la excitación a los centros cerebrales.

Para dar datos más precisos, podemos decir que nuestra mucosa olfatoria es capaz de advertir los olores del almizcle, que desprende un centesimo de miligramo de mercaptan (sustancia orgánica muy fétida), colocado en un ambiente de 230 metros cúbicos, o sea en el que abarca el espacio de un departamento de tipo mediano.


EL OLFATO Y EL RESFRIADO
¿Por qué cuando estamos resfriados perdemos casi completamente la facultad de advertir los olores, e incluso el gusto? Porque la corriente de aire que transporta las moléculas olorosas llega con dificultad a la zona olfatoria de la mucosa.

La disminución del gusto se explica fácilmente si pensamos que la mayoría de las sensaciones que sentimos en la cavidad bucal, y que creemos gustativas, son en realidad olfatorias, debidas al perfume de los alimentos, que llegan a la nariz por medio de la garganta. Cuando no podemos advertir este perfume los alimentos nos resultan insípidos.

jueves, 21 de abril de 2011

CÓMO ADVERTIMOS LOS OLORES


El mecanismo por medio del cual advertimos los olores, es esquemáticamente muy simple. Transportadas por el aire las sustancias olorosas, por medio del aire inspirado, llegan a estimular las células olfativas, las cuales transmiten la excitación a los centros cerebrales, donde las sensaciones se transforman en conscientes.

Pero si deseamos adentrarnos en lo íntimo del mecanismo, las cosas se complican. Todavía hoy no se conoce exactamente cómo advertimos los olores. Sabemos que el olfato, como el gusto, es un sentido químico. Por eso es necesario, para distinguir un olor, que las moléculas que llegan a la mucosa olfatoria sean volátiles, esto es, que puedan desprenderse del cuerpo que las contiene.

Los elementos no volátiles, como por ejemplo los metales pesados (plata, oro, platino, etc.), son inodoros.