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miércoles, 23 de febrero de 2011

La Pareja de Cromosomas que Determinan el Sexo


Los factores hereditarios se encuentran en los cromosomas. Entre otros, el color de los ojos y de los cabellos, la forma de la nariz, la abundancia o la ausencia de pelos en el cuerpo y el temperamento. El sexo, masculino o femenino, está también determinado por los cromosomas desde el momento mismo de la fecundación.

De los 48 cromosomas que posee el hombre, 46 son idénticos dos a dos, lo cual significa que los cromosomas se presentan por parejas. La última de éstas, que permite alcanzar la cifra de 48, no es la misma en el hombre que en la mujer. Uno de esos cromosomas es común a los dos, el cromosoma X, del cual la mujer posee dos y el hombre uno solo.

En cambio, el hombre posee un cromosoma Y que falta en la mujer. El factor X determina el sexo femenino y el factor Y el sexo masculino. Los hijos de un matrimonio pueden, pues, heredar el factor X de su padre y el X de su madre; en ese caso los niños serán del sexo femenino. Si el hijo recibe de su madre el factor X y de su padre el factor Y, será del sexo masculino.




Un examen atento permitirá a cada uno comprender el mecanismo de la determinación del sexo y cómo interviene en ello el azar. Según dijimos, la opinión más reciente niega la existencia del factor Y y atribuye la determinación del sexo masculino a la ausencia de uno de los dos X.

Esta sucinta explicación permite establecer también que ciertas enfermedades sólo pueden ser trasmitidas a los niños y otras sólo a las niñas. Por otra parte, se ha podido observar que todo ser humano lleva en sí un elemento que pertenece tanto a un sexo como al otro. La influencia de ciertas hormonas es determinante en la manifestación de los caracteres sexuales hereditarios. Su abundancia puede hacer aparecer en primer plano caracteres femeninos o masculinos determinados.

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lunes, 21 de febrero de 2011

Cómo se Transmiten los Caracteres Familiares






El núcleo de los organismos contiene los cromosomas portadores de los caracteres hereditarios. Cada especie de planta o animal tiene su número determinado de cromosomas. La fusión de los núcleos del óvulo y del espermatozoide significa, en otros términos, la reunión de la herencia paterna y materna compuesta de cromosomas. Podríamos preguntarnos por qué permanece constante el número de cromosomas en cada especie.

Si en el momento de la fecundación las células sexuales poseen el mismo número de cromosomas que las células del cuerpo, tendríamos que admitir que el óvulo fecundado debería contener el doble, la generación que siga el cuádruple, y así sucesivamente. ¡Y sin embargo sabemos que el número de cromosomas permanece constante! Algún fenómeno debe producirse durante el desarrollo de las células, fenómeno que determina que el número de cromosomas se reduzca a la mitad. Los hermanos Hertwig descubrieron, en 1890, el mecanismo de la segmentación.

Cada cromosoma está presente en dos ejemplares idénticos en el núcleo. Hay, pues, un doble juego de cromosomas y se dice que éstos son diploides. Las células sexuales, al llegar a su madurez y estar en consecuencia listas para la fecundación, se componen igualmente de células ováricas y de células germinativas diploides, pero que sufren dos divisiones de núcleo sucesivas por las cuales cada célula germinativa produce cuatro espermatozoides y cada célula ovárica un único óvulo.

Las otras tres células de la célula ovárica siguen pequeñas y abandonan, como células de polo, su protoplasma y su independencia alimentaria al óvulo; entonces se debilitan y desaparecen. La segmentación se produce en los fases. Los dos cromosomas correspondientes, uno del sistema paterno y otro del sistema materno, se colocan primeramente uno al lado del otro, formándose un huso como si se tratara sólo de una simple división celular.

No son, sin embargo, los cromosomas escindidos en sentido longitudinal los que se han separado, sino los otros. En cada uno de los dos casos (masculino o femenino) se crean, luego de esta división, unas células sexuales que poseen solamente la mitad de los cromosomas que caracterizan a la especie (48 en el ser humano). En el momento de la fecundación el óvulo y el espermatozoide se reúnen formando de nuevo un sistema doble.



La reducción del número de cromosomas a la mitad, con respecto a las células normales, tanto en el óvulo como en el espermatozoide, presenta en numerosas especies animales y vegetales particularidades muy interesantes.

Una pareja transmite a su descendiente masculino un doble juego normal de cromosomas, un juego del padre y otro de la madre. Otra pareja hace lo mismo con su descendiente del sexo opuesto. Los dos descendientes, a su vez, pueden unirse y procrear; pero antes que esto suceda se produce una segmentación en las células sexuales de los dos sexos.

En el varón, el doble juego de cromosomas se coloca el uno junto al otro; después cada célula sexual se divide, recibiendo cada parte un juego de cromosomas. Al producirse la segunda segmentación, cada juego de cromosomas se divide longitudinalmente en las dos células y por ello hay muy poco cambio en la composición.

De todo lo antedicho resulta un doble juego de cromosomas y las dos células sexuales dan cada una, por dos espermatozoides, un solo juego de cromosomas. En la mujer, se realiza más o menos el mismo proceso, con la diferencia de que puede ser fecundado un solo óvulo, con un solo juego de cromosomas. La reunión del óvulo citado con un espermatozoide da origen a un descendiente que posee el doble juego de cromosomas.

Como los cromosomas son portadores de los caracteres hereditarios, fácil es comprender por qué un niño puede heredar igualmente características de sus cuatro abuelos.

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La Herencia en el Hombre

domingo, 20 de febrero de 2011

Parásitos Externos del Hombre


El hombre está "habitado" a veces por parásitos que viven, no dentro de él, sino sobre él, y que son verdaderos vampiros; las pulgas se hallan entre esos seres indeseables. Solamente en Europa se han contado 150 especies distintas; pero felizmente no todas se encarnizan con el hombre. Los mamíferos y los pájaros tienen sus propios parásitos. Una pulga de perro y una que se ensaña con el hombre pertenecen a dos especies diferentes, pero no es nada raro que cambien de menú y pasen del uno al otro.

La pulga no debe inspirar temores por su tamaño. Mide apenas 2 14 mm. Hay personas particularmente pacientes, que se divierten en atar pulgas, por medio de hilos de oro, a vehículos en miniatura y a presentar lo que se llama por lo común pulgas sabias en espectáculos ambulantes.

La pulga no es particularmente bella; no posee alas (es áptera), pero puede efectuar saltos notables. Por esta razón las publicaciones deportivas han presentado a las pulgas como a maravillas de la naturaleza: sin esfuerzo pueden dar un salto en alto igual a doscientas o trescientas veces su propia longitud. El hombre, aun el mejor atleta, comparativamente es un ser torpe, que con gran esfuerzo puede saltar un poco más alto que su propia estatura; si, en cambio, poseyera el poder de la pulga podría alcanzar de un solo salto el piso superior de un rascacielos.

Debemos decir que estamos haciendo un razonamiento completamente falso, pues no se ha tenido en cuenta el peso del cuerpo. El peso aumenta proporcionalmente más que la fuerza muscular para una talla superior y la altura del salto es independiente de la relación de tamaño. Una pulga no saltaría más alto que un hombre si existiera la proporción del peso.

La pulga no vive permanentemente sobre aquel que ha escogido como víctima. Es suficiente que pueda saciarse con su sangre. Pone sus huevos en lugares sucios, en las hendiduras del piso o en otros lugares propicios. Los huevos dan nacimiento a larvas parecidas a gusanos, que se alimentan con desperdicios.

En los trópicos vive una especie parecida a la pulga común de nuestras regiones. Se le ha dado el nombre de pulga de arena. En Sudamérica se la conoce con el nombre de nigua o pique. La hembra adulta se incrusta en la piel, sobre todo en el pie y sólo una ínfima parte del cuerpo queda visible; luego se desarrolla hasta alcanzar el tamaño de un guisante. Suele producir dolor a la víctima, pues al parásito se le ocurre la impertinente idea de ocultarse a veces bajo las uñas del pie. El cuerpo monstruosamente desarrollado de este insecto no permite adivinar su parentesco con la pulga común.

La pulga de arena (Sarcopsylla penetrans) es particularmente notable, porque demuestra cómo un parásito externo puede progresivamente convertirse en parásito interno. Este insecto conserva una pequeña comunicación con el mundo exterior. Otros insectos, en cambio, ponen sus huevos en la piel de su víctima y las larvas se abren camino hasta lo más profundo de los tejidos, en los cuales se desarrollan.

El hombre ha sido elegido como víctima por tres especies de piojos. La que ha preferido sus cabellos como refugio predilecto (Pediculus capitis) es la más conocida y sin duda alguna la más difundida. El piojo está muy estrechamente asociado al ser humano y se esfuerza para no abandonarlo nunca; no vuela ni salta, pero es buen trepador y posee sólidas pinzas, que le permiten aferrarse a los cabellos. Sus huevos se adhieren a ellos por una substancia pegajosa y, contrariamente a lo que sucede con las pulgas, los piojos recién nacidos se parecen a los insectos adultos. Por otra parte, tienen el mismo modo de vida, es decir que, a partir de los primeros momentos de su existencia, se alimentan con sangre humana. No es raro que varias generaciones de piojos vivan en una misma cabeza.

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La lombriz solitaria


viernes, 18 de febrero de 2011

La lombriz solitaria


La lombriz solitaria no tiene ni intestino ni abertura bucal; los alimentos penetran en sus tejidos a través de la piel. Este parásito es un perfecto haragán, ya que no se preocupa en absoluto de su alimentación, ni siquiera piensa en comer. Todas estas tareas se las deja a su anfitrión, el hombre; y aún diremos más: ha suprimido todos aquellos órganos que no sirven a su vida parasitaria. No posee sentidos y no se han podido descubrir más que algunos rastros de sistema nervioso. En cambio los órganos sexuales están excepcionalmente desarrollados.

Los proglótidos adultos dejan aparecer la masa ovárica en forma de ramificaciones, que difieren, según la especie, como lo indica la ilustración. Cada elemento, cuya longitud varía igualmente de acuerdo con la especie, es hermafrodita, es decir que posee los órganos de los dos sexos. Una vez llegados a la madurez, los proglótidos se separan de la lombriz, individualmente o en grupos, y abandonan el intestino.

Los embriones, que en el ínterin se han desarrollado y rodeado de una espesa membrana, quedan libres, por la decadencia progresiva del organismo que les dio origen. Pueden resistir un cierto tiempo hasta que llegan al estómago de un animal. La membrana es digerida por los jugos gástricos y el embrión liberado utiliza los vasos linfáticos o sanguíneos para encontrar un lugar propicio y fijarse al tejido muscular.

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Parásitos Externos del Hombre

jueves, 17 de febrero de 2011

Parásitos Internos del Hombre


El cuerpo humano es un "mundo" para una gran cantidad de parásitos que podríamos clasificar en dos categorías: los parásitos internos o endoparásitos y los parásitos externos o ectoparásitos. A los parásitos internos pertenecen la lombriz solitaria, las triquinas y los ascárides.

La lombriz solitaria (Taenia solium y Taenia saginata) tiene una historia muy particular que la ciencia ha ignorado durante mucho tiempo.

El control de las carnes en los mataderos ha permitido eliminar en parte a la lombriz solitaria, sobre todo en las grandes ciudades. En efecto, este parásito penetra solamente en el cuerpo humano por la consumición de carnes crudas o poco cocinadas en las cuales se encuentre el embrión de la lombriz. La especie más conocida es la tenia (Taenia solium) transmitida por la carne de cerdo.



Se distinguen, a veces, en trozos de carne de cerdo, entre las fibras musculares, pequeñas membranas transparentes de 6 a 20 mm. de longitud y de 5 a 10 mm. de ancho. Se trata de los cisticercos, que durante mucho tiempo se pensó que eran animales independientes. Si se toma delicadamente una de esas membranas entre el pulgar y el índice y se ejerce una presión, sale un pequeño gusano, de alrededor de 1 cm. de largo.

Ese gusano se encuentra en la membrana como un dedo rodeado del guante. Si se coloca un extremo en el microscopio se observa que la cabeza está provista de cuatro ventosas. La cabeza de una tenia está reproducida en un círculo (como así también las de otras dos especies). Cuando el cisticerco es ingerido por el hombre con la carne cruda o poco cocinada, la membrana es digerida, y el pequeño gusano se fija a la pared del intestino delgado, por medio de sus cuatro ventosas.

Gracias a la abundancia de jugos digestivos que están a su disposición, el parásito forma rápidamente elementos separados o proglotis, y después de tres o cuatro meses alcanza la lombriz solitaria completo desarrollo.


Los proglótidos se vuelven más largos y más anchos y dan a la tenia la forma de una banda o cinta. La cabeza y el cuello son muy pequeños. El término "cabeza" es impropio en realidad, puesto que se trata más bien de un núcleo y del medio por el cual el parásito se fija al intestino.


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Parásitos Externos del Hombre

miércoles, 16 de febrero de 2011

El sistema óseo




Debido a la complejidad del cuerpo humano y su esqueleto, se divide al sistema óseo, para que su estudio sea más comprensible. Se consideran por separado el estudio de la Cabeza, el Tronco y las Extremidades.

En total podemos encontrar en el cuerpo humano unos 208 huesos que están distribuidos de la siguiente forma:


26 en la columna vertebral

8 en el cráneo

14 en la cara

8 en el oído

1 hueso Hioides

25 en el tórax

64 en los miembros superiores

62 en los miembros inferiores

lunes, 14 de febrero de 2011

Cara diafragmática y cara pulmonar del corazón


Cara diafragmática del corazón

Es casi exclusivamente ventricular. El surco auro-ventricular la separa de la base de las aurículas. El surco interventricular inferior está ahora más próximo al borde derecho y al rebasar este borde se continúa con el interventricular anterior. Aquí por el contrario el ventrículo izquierdo forma la mayor parte de la cara.


Cara pulmonar del corazón
Es un ancho borde convexo formado por el ventrículo y la orejuela izquierdas.

jueves, 10 de febrero de 2011

Zona media del corazón


La zona media del Corazón contiene la emergencia de los grandes vasos arteriales que nacen de los ventrículos. La arteria pulmonar que nace del ventrículo derecho es anterior e izquierda y la aorta está en un plano posterior, y queda situada algo a la derecha de la pulmonar.

Seccionados esos troncos en su base, se advierten los orificios sigmoideos con las válvulas sigmoideas inter-ventrículo-aórtico e interventrículo-pulmonar que miran hacia arriba y atrás.

martes, 8 de febrero de 2011

Zona ventricular del corazón


La zona ventricular del corazón es triangular a base superior. Está dividida en 2 campos por el surco interventricular anterior, que naciendo en el surco coronario va a terminar en el borde derecho a 2 ó 3 cm. a la derecha de la punta y que transcurre más cerca del borde anterior izquierdo, que del borde derecho.

Casi toda esta cara pues, está formada por el ventrículo derecho, a excepción de la punta, que lo está exclusivamente por el ventrículo izquierdo. Este surco interventrícular está ocupado por tejido adiposo y en él circulan los vasos coronarios izquierdos.

domingo, 6 de febrero de 2011

Características externas del corazón



Cara esterno-costal del corazón

La observación del corazón en fresco permite identificar 2 surcos, uno interaurículo-ventricular o coronario, más o menos transversal y otro vertical con un segmento superior interauricular y otro inferior inter-ventricular, lo que dibuja en la superficie la situación y disposición de las cavidades.

La cara anterior es cóncava y mira hacia arriba y adelante. El surco coronario la divide en una zona inferior ventricular y una zona superior que comprende un plano medio y anterior vascular y uno posterior y lateral auricular.