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jueves, 24 de febrero de 2011

Diferencias entre los dos sexos


Cada ser humano posee, tanto desde el punto de vista físico como psíquico, caracteres de los dos sexos. No existe, por tanto, un ser ciento por ciento hombre, o ciento por ciento mujer. Si ciertas características propias del sexo femenino se manifiestan en un hombre, ello no significa que éste se convertirá en una mujer, pero sí que será poseedor de cualidades o características que habitualmente son patrimonio del sexo femenino.

Que se nos comprenda bien. Las diferencias físicas entre los dos sexos no se limitan solamente a los órganos sexuales. El organismo del hombre se distingue también por una conformación más fuerte del esqueleto y un desarrollo muscular más avanzado que el de la mujer. Agreguemos a esto la barba y una voz más grave. El desequilibrio de ciertas hormonas puede dar a una mujer la voz de hombre o una barba bastante pronunciada.

El hombre y la mujer son normalmente muy diferentes entre sí, tanto desde el punto de vista físico como del carácter. Por ello se habla, desde tiempo inmemorial, de un sexo fuerte y un sexo débil, lo cual es cierto si se piensa en la fuerza física y en los músculos. Biológicamente no lo es: la mujer posee facultades de regeneración más grandes que el hombre y en consecuencia está mejor protegida contra las enfermedades. Debemos agregar que en todos los países civilizados, la longevidad media de la mujer es superior en algunos años a la del hombre.

El factor X y el factor Y determinan el sexo. El hijo siempre hereda X por su madre, y por su padre puede heredar X o Y. Si los dos factores que hereda el nuevo ser son X, pertenecerá al sexo femenino; si sólo hereda uno X, será del sexo masculino.

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miércoles, 23 de febrero de 2011

La Pareja de Cromosomas que Determinan el Sexo


Los factores hereditarios se encuentran en los cromosomas. Entre otros, el color de los ojos y de los cabellos, la forma de la nariz, la abundancia o la ausencia de pelos en el cuerpo y el temperamento. El sexo, masculino o femenino, está también determinado por los cromosomas desde el momento mismo de la fecundación.

De los 48 cromosomas que posee el hombre, 46 son idénticos dos a dos, lo cual significa que los cromosomas se presentan por parejas. La última de éstas, que permite alcanzar la cifra de 48, no es la misma en el hombre que en la mujer. Uno de esos cromosomas es común a los dos, el cromosoma X, del cual la mujer posee dos y el hombre uno solo.

En cambio, el hombre posee un cromosoma Y que falta en la mujer. El factor X determina el sexo femenino y el factor Y el sexo masculino. Los hijos de un matrimonio pueden, pues, heredar el factor X de su padre y el X de su madre; en ese caso los niños serán del sexo femenino. Si el hijo recibe de su madre el factor X y de su padre el factor Y, será del sexo masculino.




Un examen atento permitirá a cada uno comprender el mecanismo de la determinación del sexo y cómo interviene en ello el azar. Según dijimos, la opinión más reciente niega la existencia del factor Y y atribuye la determinación del sexo masculino a la ausencia de uno de los dos X.

Esta sucinta explicación permite establecer también que ciertas enfermedades sólo pueden ser trasmitidas a los niños y otras sólo a las niñas. Por otra parte, se ha podido observar que todo ser humano lleva en sí un elemento que pertenece tanto a un sexo como al otro. La influencia de ciertas hormonas es determinante en la manifestación de los caracteres sexuales hereditarios. Su abundancia puede hacer aparecer en primer plano caracteres femeninos o masculinos determinados.

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lunes, 21 de febrero de 2011

Cómo se Transmiten los Caracteres Familiares






El núcleo de los organismos contiene los cromosomas portadores de los caracteres hereditarios. Cada especie de planta o animal tiene su número determinado de cromosomas. La fusión de los núcleos del óvulo y del espermatozoide significa, en otros términos, la reunión de la herencia paterna y materna compuesta de cromosomas. Podríamos preguntarnos por qué permanece constante el número de cromosomas en cada especie.

Si en el momento de la fecundación las células sexuales poseen el mismo número de cromosomas que las células del cuerpo, tendríamos que admitir que el óvulo fecundado debería contener el doble, la generación que siga el cuádruple, y así sucesivamente. ¡Y sin embargo sabemos que el número de cromosomas permanece constante! Algún fenómeno debe producirse durante el desarrollo de las células, fenómeno que determina que el número de cromosomas se reduzca a la mitad. Los hermanos Hertwig descubrieron, en 1890, el mecanismo de la segmentación.

Cada cromosoma está presente en dos ejemplares idénticos en el núcleo. Hay, pues, un doble juego de cromosomas y se dice que éstos son diploides. Las células sexuales, al llegar a su madurez y estar en consecuencia listas para la fecundación, se componen igualmente de células ováricas y de células germinativas diploides, pero que sufren dos divisiones de núcleo sucesivas por las cuales cada célula germinativa produce cuatro espermatozoides y cada célula ovárica un único óvulo.

Las otras tres células de la célula ovárica siguen pequeñas y abandonan, como células de polo, su protoplasma y su independencia alimentaria al óvulo; entonces se debilitan y desaparecen. La segmentación se produce en los fases. Los dos cromosomas correspondientes, uno del sistema paterno y otro del sistema materno, se colocan primeramente uno al lado del otro, formándose un huso como si se tratara sólo de una simple división celular.

No son, sin embargo, los cromosomas escindidos en sentido longitudinal los que se han separado, sino los otros. En cada uno de los dos casos (masculino o femenino) se crean, luego de esta división, unas células sexuales que poseen solamente la mitad de los cromosomas que caracterizan a la especie (48 en el ser humano). En el momento de la fecundación el óvulo y el espermatozoide se reúnen formando de nuevo un sistema doble.



La reducción del número de cromosomas a la mitad, con respecto a las células normales, tanto en el óvulo como en el espermatozoide, presenta en numerosas especies animales y vegetales particularidades muy interesantes.

Una pareja transmite a su descendiente masculino un doble juego normal de cromosomas, un juego del padre y otro de la madre. Otra pareja hace lo mismo con su descendiente del sexo opuesto. Los dos descendientes, a su vez, pueden unirse y procrear; pero antes que esto suceda se produce una segmentación en las células sexuales de los dos sexos.

En el varón, el doble juego de cromosomas se coloca el uno junto al otro; después cada célula sexual se divide, recibiendo cada parte un juego de cromosomas. Al producirse la segunda segmentación, cada juego de cromosomas se divide longitudinalmente en las dos células y por ello hay muy poco cambio en la composición.

De todo lo antedicho resulta un doble juego de cromosomas y las dos células sexuales dan cada una, por dos espermatozoides, un solo juego de cromosomas. En la mujer, se realiza más o menos el mismo proceso, con la diferencia de que puede ser fecundado un solo óvulo, con un solo juego de cromosomas. La reunión del óvulo citado con un espermatozoide da origen a un descendiente que posee el doble juego de cromosomas.

Como los cromosomas son portadores de los caracteres hereditarios, fácil es comprender por qué un niño puede heredar igualmente características de sus cuatro abuelos.

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