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viernes, 18 de febrero de 2011

La lombriz solitaria


La lombriz solitaria no tiene ni intestino ni abertura bucal; los alimentos penetran en sus tejidos a través de la piel. Este parásito es un perfecto haragán, ya que no se preocupa en absoluto de su alimentación, ni siquiera piensa en comer. Todas estas tareas se las deja a su anfitrión, el hombre; y aún diremos más: ha suprimido todos aquellos órganos que no sirven a su vida parasitaria. No posee sentidos y no se han podido descubrir más que algunos rastros de sistema nervioso. En cambio los órganos sexuales están excepcionalmente desarrollados.

Los proglótidos adultos dejan aparecer la masa ovárica en forma de ramificaciones, que difieren, según la especie, como lo indica la ilustración. Cada elemento, cuya longitud varía igualmente de acuerdo con la especie, es hermafrodita, es decir que posee los órganos de los dos sexos. Una vez llegados a la madurez, los proglótidos se separan de la lombriz, individualmente o en grupos, y abandonan el intestino.

Los embriones, que en el ínterin se han desarrollado y rodeado de una espesa membrana, quedan libres, por la decadencia progresiva del organismo que les dio origen. Pueden resistir un cierto tiempo hasta que llegan al estómago de un animal. La membrana es digerida por los jugos gástricos y el embrión liberado utiliza los vasos linfáticos o sanguíneos para encontrar un lugar propicio y fijarse al tejido muscular.

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jueves, 17 de febrero de 2011

Parásitos Internos del Hombre


El cuerpo humano es un "mundo" para una gran cantidad de parásitos que podríamos clasificar en dos categorías: los parásitos internos o endoparásitos y los parásitos externos o ectoparásitos. A los parásitos internos pertenecen la lombriz solitaria, las triquinas y los ascárides.

La lombriz solitaria (Taenia solium y Taenia saginata) tiene una historia muy particular que la ciencia ha ignorado durante mucho tiempo.

El control de las carnes en los mataderos ha permitido eliminar en parte a la lombriz solitaria, sobre todo en las grandes ciudades. En efecto, este parásito penetra solamente en el cuerpo humano por la consumición de carnes crudas o poco cocinadas en las cuales se encuentre el embrión de la lombriz. La especie más conocida es la tenia (Taenia solium) transmitida por la carne de cerdo.



Se distinguen, a veces, en trozos de carne de cerdo, entre las fibras musculares, pequeñas membranas transparentes de 6 a 20 mm. de longitud y de 5 a 10 mm. de ancho. Se trata de los cisticercos, que durante mucho tiempo se pensó que eran animales independientes. Si se toma delicadamente una de esas membranas entre el pulgar y el índice y se ejerce una presión, sale un pequeño gusano, de alrededor de 1 cm. de largo.

Ese gusano se encuentra en la membrana como un dedo rodeado del guante. Si se coloca un extremo en el microscopio se observa que la cabeza está provista de cuatro ventosas. La cabeza de una tenia está reproducida en un círculo (como así también las de otras dos especies). Cuando el cisticerco es ingerido por el hombre con la carne cruda o poco cocinada, la membrana es digerida, y el pequeño gusano se fija a la pared del intestino delgado, por medio de sus cuatro ventosas.

Gracias a la abundancia de jugos digestivos que están a su disposición, el parásito forma rápidamente elementos separados o proglotis, y después de tres o cuatro meses alcanza la lombriz solitaria completo desarrollo.


Los proglótidos se vuelven más largos y más anchos y dan a la tenia la forma de una banda o cinta. La cabeza y el cuello son muy pequeños. El término "cabeza" es impropio en realidad, puesto que se trata más bien de un núcleo y del medio por el cual el parásito se fija al intestino.


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