La insensibilidad del corazón al tacto, fue ya comprobada por Guillermo Harvey a comienzos del siglo XVII, luego de las repetidas observaciones que tuvo oportunidad de realizar en el conde de Montgomery, en quien era posible efectuar directamente tales experiencias, en virtud de su particular conformación torácica. Los latidos del corazón.
Dijimos ya que el latido cardíaco se origina en una zona de la pared de la aurícula derecha (en el punto en que desemboca la vena cava superior) y desde allí se propaga en todas direcciones. Esa limitada zona, denominada nodulo sinuauricular, está constituida por tejido muscular especializado, y no es otra cosa que vestigios del llamado seno venoso, presente en los vertebrados poiquilotermos. El nodulo sinuauricular (conocido también como nodulo de Keith y Flack en recuerdo de quienes lo investigaron) no sólo imprime al corazón su ritmo particular, sino que lo regula, dándosele por ello el nombre de "marcapaso".
Gobierna así, en condiciones normales, la actividad cardíaca, sin que en su desarrollo intervengan para nada estímulos de origen cerebral. Decimos que el automatismo del nodulo sinuauricular rige en "condiciones normales" al corazón, porque si ocasionalmente surgen alteraciones funcionales profundas en el marcapaso, otra particular formación muscular que también es centro de automatismo cardíaco, el nodulo, auriculoventricular, impone al corazón un ritmo especial y más lento, que se denomina ritmo nodal (aurículas y ventrículos laten simultáneamente, alrededor de cincuenta veces por minuto, a diferencia del ritmo sinusal, cuya frecuencia es de setenta y cinco a ochenta latidos en igual lapso). Una de las recientes conquistas de la cirugía y de la técnica modernas, consiste en la "instalación" en el organismo, de un diminuto regulador electrónico del ritmo cardíaco.
Merced a este estimulador automático se logra corregir la mayoría de las alteraciones de la actividad cardíaca, producidas ya por deficiencias funcionales del haz. de His, por exaltación del automatismo, por taquicardias paroxísticas o por perturbaciones en la transmisión de estímulos (bloqueos).
Dijimos ya que el latido cardíaco se origina en una zona de la pared de la aurícula derecha (en el punto en que desemboca la vena cava superior) y desde allí se propaga en todas direcciones. Esa limitada zona, denominada nodulo sinuauricular, está constituida por tejido muscular especializado, y no es otra cosa que vestigios del llamado seno venoso, presente en los vertebrados poiquilotermos. El nodulo sinuauricular (conocido también como nodulo de Keith y Flack en recuerdo de quienes lo investigaron) no sólo imprime al corazón su ritmo particular, sino que lo regula, dándosele por ello el nombre de "marcapaso".
Gobierna así, en condiciones normales, la actividad cardíaca, sin que en su desarrollo intervengan para nada estímulos de origen cerebral. Decimos que el automatismo del nodulo sinuauricular rige en "condiciones normales" al corazón, porque si ocasionalmente surgen alteraciones funcionales profundas en el marcapaso, otra particular formación muscular que también es centro de automatismo cardíaco, el nodulo, auriculoventricular, impone al corazón un ritmo especial y más lento, que se denomina ritmo nodal (aurículas y ventrículos laten simultáneamente, alrededor de cincuenta veces por minuto, a diferencia del ritmo sinusal, cuya frecuencia es de setenta y cinco a ochenta latidos en igual lapso). Una de las recientes conquistas de la cirugía y de la técnica modernas, consiste en la "instalación" en el organismo, de un diminuto regulador electrónico del ritmo cardíaco.
Merced a este estimulador automático se logra corregir la mayoría de las alteraciones de la actividad cardíaca, producidas ya por deficiencias funcionales del haz. de His, por exaltación del automatismo, por taquicardias paroxísticas o por perturbaciones en la transmisión de estímulos (bloqueos).