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domingo, 14 de agosto de 2011

DEFENSAS "ANATÓMICAS" del cuerpo humano


Debido a la singular importancia de algunos determinados órganos, como los ojos, los pulmones, el cerebro, el corazón y otros, la naturaleza ha creado a su alrededor un sistema formidable de defensas. Observemos por ejemplo los ojos. Se hallan encastrados y protegidos en la cavidad orbitaria, excavada en el hueso; por delante, existen dos pliegues de piel, los párpados, que sirven de verdadera cortina móvil; las pestañas y las cejas tienen también una función protectora, sea para impedir el ingreso de cuerpos extraños, sea para mitigar el exceso de luz.

En cuanto al cerebro, es un órgano delicadísimo que está resguardado en la robustísima caja craneana así como la medula espinal en el interior de la columna vertebral. Y en lo que se refiere al corazón y los pulmones, órganos esenciales para la vida, se hallan perfectamente parapetados en el interior de la caja torácica.

Como puede observarse, la ubicación de nuestros distintos órganos y aparatos no atiende sólo a la mejor disposición, de acuerdo con las funciones que específicamente tienen asignadas en nuestra fisiología, sino que todos ellos, además, están situados de manera que se encuentren totalmente resguardados contra cualquier lesión eventual procedente del exterior, y en plena disposición de defensa contra un ataque físico.




viernes, 12 de agosto de 2011

DEFENSAS CONTRA LOS VENENOS DE LA SANGRE


Cuando una avispa nos pica, la zona se enrojece, hay dolor y ardor y, después de unos minutos, el lugar de la picadura se hincha. Pero no hay que asustarse, ya que ello es un buen signo de que el organismo ha organizado su defensa. La avispa, al picar, inyecta en los tejidos un veneno; en este caso, las arterias permiten la salida de líquido acuoso, que quita el veneno a la sangre y lo diluye.

Los tejidos, así embebidos, se hinchan de un modo poco elegante, pero el veneno se torna casi por completo inactivo. El organismo se defiende, de este modo, contra cualquier sustancia tóxica introducida en los tejidos por los agentes externos que lo atacan.

lunes, 8 de agosto de 2011

Defensas del cuerpo contra sustancias peligrosas


Puede suceder a cualquiera, especialmente a los niños, el ingerir por error sustancias peligrosas para el organismo; es también una cosa común que un trozo de alimento "se vaya por mal lugar"; es decir que se introduzca en la tráquea en lugar de hacerlo en el esófago. Tampoco aquí faltan, por cierto, las defensas. En muchos casos se cierra el cardias, o sea, la abertura que comunica el esófago con el estómago; y en otros, el estómago, contrayéndose bruscamente, expele las sustancias peligrosas por medio del vómito.

Cuando cuerpos extraños penetran en las vías respiratorias, el organismo reacciona con violencia y decisión; la laringe, irritada, se contrae espasmódicamente y provoca la tos, penosa pero útil, lo que permite muchas veces la eliminación de la partícula nociva.

Si siempre nos resulta molesto toser y lagrimear, debemos pensar que bien vale la pena ese pequeño fastidio ya que ello contribuye a desplazar los cuerpos dañinos. El polvo, dada su pequenez, puede penetrar en los bronquios sin que se note una reacción ; sin embargo, aun en este caso el organismo se defiende. La tráquea y los gruesos bronquios están, en su parte interna, tapizados por una capa de finísimas cilias que, moviéndose ininterrumpidamente de abajo hacia arriba, expelen buena parte de las partículas de polvo. Como vemos, todo está previsto.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Defensas del cuerpo humano contra el frío y el calor


Nuestro organismo lucha contra el frío, aunque no nos demos cuenta, por medio de tres mecanismos. Primero, disminuyendo la circulación de la sangre en la periferia, por acción de los nervios vasoconstrictores (los que estrechan los vasos sanguíneos). La piel palidece, se enfría y así disminuye la pérdida de calor. Pero si el frío aumenta, los vasoconstrictores se paralizan, la sangre afluye en cantidad a los vasos de la superficie y la piel se enrojece, lo vemos en la cara, la piel y las manos. Esto es un mecanismo de defensa contra un excesivo enfriamiento.

En segundo lugar, combatimos el frío aumentando la producción de calor interno, lo cual ocurre por la mayor cantidad de grasa que se quema y por el mayor apetito que suele despertarse en el invierno. Por último, también nos defendemos contra el frío mediante contracciones musculares involuntarias (como el temblor), que repitiéndose con frecuencia generan calor.

También contra el calor excesivo el organismo tiene tres sistemas de defensa: primero, por la dilatación de los vasos sanguíneos de la superficie, con más circulación de la sangre y enrojecimiento de la piel, lo que provoca una dispersión del calor; segundo, por una abundante transpiración a través de la piel, puesto que el sudor, al evaporarse, sustrae calor; y tercero, el aumento del recambio de aire en los pulmones, lo que produce una mayor pérdida de agua en forma de vapor, y una mayor ventilación pulmonar.