Ya hemos hecho notar otras veces, al hablar del sistema nervioso, que tanto el cerebro como el cerebelo y la médula espinal se hallan recubiertos por unas membranas llamadas meninges; éstas tienen, sobre todo, una función protectora, evitando que estos delicadísimos órganos se hallen en contacto directo con los huesos: los de la caja craneal para el encéfalo y los del conducto vertebral para la medula.
Sin embargo, no sólo el cerebro, el cerebelo y la medula, tienen el privilegio de estar protegidos de este modo. En efecto, todos los órganos contenidos en la cavidad torácica y una gran parte de los de la cavidad abdominal están envueltos también por membranas semejantes que, por contener una pequeña cantidad de un líquido seroso, se denominan en su conjunto membranas serosas.
CÓMO ESTÁN CONSTITUIDAS
Antes de hablar de cada una de estas membranas, diremos algo sobre ciertas características que son comunes a todas ellas. Comenzaremos por decir que cada una de las membranas serosas está formada por dos hojas, una interna y otra externa. Es evidente que el nombre de hojas se les aplica por la delgadez de las mismas. La hoja externa es aquella parte de la membrana serosa que tapiza la pared de la cavidad (torácica o abdominal) en donde se hallan los órganos.
La hoja interna, en cambio, es la que recubre directamente los órganos contenidos en las citadas cavidades. Es interesante notar que las dos hojas no son independientes una de otra sino que una es la continuación de la otra. En efecto, la membrana serosa, después de haber revestido la pared de la cavidad se repliega sobre sí misma, para recubrir el órgano contenido en la citada cavidad.
Si lo observamos atentamente, notaremos que las dos hojas están separadas entre sí por un intersticio, vale decir por un espacio mínimo. Allí se percibe una cavidad, que en condiciones normales es prácticamente virtual, ya que aquéllas están, podemos decir, en contacto entre sí.
Ahora bien, esta pequeña cavidad entre las dos hojas de las serosas contiene cierta cantidad de un líquido seroso, cuya función es la de lubricar, favoreciendo, de esta manera, el deslizamiento de una hoja sobre la otra, en los movimientos de los órganos que recubren. En efecto, si este líquido faltara, las dos hojas se pegarían entre sí, dificultándose de manera considerable los movimientos de los órganos.
Estas membranas son definidas como sacos carentes de abertura, destinados a rodear diversas cavidades. Son consideradas órganos de revestimiento que facilitan la dinámica de las visceras.
Sin embargo, no sólo el cerebro, el cerebelo y la medula, tienen el privilegio de estar protegidos de este modo. En efecto, todos los órganos contenidos en la cavidad torácica y una gran parte de los de la cavidad abdominal están envueltos también por membranas semejantes que, por contener una pequeña cantidad de un líquido seroso, se denominan en su conjunto membranas serosas.
CÓMO ESTÁN CONSTITUIDAS
Antes de hablar de cada una de estas membranas, diremos algo sobre ciertas características que son comunes a todas ellas. Comenzaremos por decir que cada una de las membranas serosas está formada por dos hojas, una interna y otra externa. Es evidente que el nombre de hojas se les aplica por la delgadez de las mismas. La hoja externa es aquella parte de la membrana serosa que tapiza la pared de la cavidad (torácica o abdominal) en donde se hallan los órganos.
La hoja interna, en cambio, es la que recubre directamente los órganos contenidos en las citadas cavidades. Es interesante notar que las dos hojas no son independientes una de otra sino que una es la continuación de la otra. En efecto, la membrana serosa, después de haber revestido la pared de la cavidad se repliega sobre sí misma, para recubrir el órgano contenido en la citada cavidad.
Si lo observamos atentamente, notaremos que las dos hojas están separadas entre sí por un intersticio, vale decir por un espacio mínimo. Allí se percibe una cavidad, que en condiciones normales es prácticamente virtual, ya que aquéllas están, podemos decir, en contacto entre sí.
Ahora bien, esta pequeña cavidad entre las dos hojas de las serosas contiene cierta cantidad de un líquido seroso, cuya función es la de lubricar, favoreciendo, de esta manera, el deslizamiento de una hoja sobre la otra, en los movimientos de los órganos que recubren. En efecto, si este líquido faltara, las dos hojas se pegarían entre sí, dificultándose de manera considerable los movimientos de los órganos.
Estas membranas son definidas como sacos carentes de abertura, destinados a rodear diversas cavidades. Son consideradas órganos de revestimiento que facilitan la dinámica de las visceras.