SON pocos los niños que no hayan sido alguna vez afectados de linfatismo. Ello se debe a que con este término se designa un estado orgánico propio de la infancia. Cuando las madres intercambian impresiones sobre su prole, con frecuencia se oye decir: "Mi hijo es un poco linfático", o también: "El médico ha ordenado baños de mar a mi hijo, porque padece de un cierto linfatismo". Como se ve, es un problema bastante común; por cuyo motivo será útil conocerlo y seguir algunos consejos.
SE ASIENTA EN LAS GLÁNDULAS LINFÁTICAS
Linfatismo deriva de "linfa", que quiere decir agua. La linfa es un líquido claro que atraviesa las paredes de los vasos sanguíneos para llevar los materiales nutricios a la intimidad de los tejidos, o sea, a las células.
Pero en esta oportunidad es menester dirigir nuestra atención a las glándulas linfáticas, verdaderas estaciones de depuración de la linfa circulante, que existen en todo el cuerpo, sobre todo en el cuello, ingles, axilas, etc. Comencemos por decir que el linfatismo no es exactamente una enfermedad; los pedíatras (médicos de niños) lo consideran un estado constitucional, esto es, un estado particular del organismo de algunos niños. Por consiguiente, puede decirse que un niño es, normalmente, de constitución linfática.
El niño linfático es generalmente fácil de reconocer. Se manifiesta casi siempre pálido y muchas veces con aspecto de hinchado, porque en él la linfa tiene tendencia a salir de los vasos y a permanecer fuera, embebiendo los tejidos, que suelen tomar un aspecto turgente, como si estuvieran inflamados.
La detención de la linfa, o estasis linfática, se produce también en las glándulas correspondientes y en los acúmulos del mismo tejido, como son las adenoides y las amígdalas. Éstas adquieren entonces un desarrollo exagerado, lo mismo que los ganglios del cuello, de las axilas y de las ingles. A causa de ello, el párvulo posee una expresión característica, apagada, opaca.
Las glándulas engrosadas le impiden respirar por la nariz; por eso deben mantenerse casi siempre con la boca entreabierta. También el olfato, el gusto y la audición pueden ser alterados. Finalmente, del linfático se dice que se halla en estado asténico, o sea que padece una debilidad general, sobre todo muscular. Todos estos síntomas exteriores son fácilmente reconocibles; por lo que la madre puede darse cuenta del estado del niño y concurrir al médico a tiempo.
SE ASIENTA EN LAS GLÁNDULAS LINFÁTICAS
Linfatismo deriva de "linfa", que quiere decir agua. La linfa es un líquido claro que atraviesa las paredes de los vasos sanguíneos para llevar los materiales nutricios a la intimidad de los tejidos, o sea, a las células.
Pero en esta oportunidad es menester dirigir nuestra atención a las glándulas linfáticas, verdaderas estaciones de depuración de la linfa circulante, que existen en todo el cuerpo, sobre todo en el cuello, ingles, axilas, etc. Comencemos por decir que el linfatismo no es exactamente una enfermedad; los pedíatras (médicos de niños) lo consideran un estado constitucional, esto es, un estado particular del organismo de algunos niños. Por consiguiente, puede decirse que un niño es, normalmente, de constitución linfática.
El niño linfático es generalmente fácil de reconocer. Se manifiesta casi siempre pálido y muchas veces con aspecto de hinchado, porque en él la linfa tiene tendencia a salir de los vasos y a permanecer fuera, embebiendo los tejidos, que suelen tomar un aspecto turgente, como si estuvieran inflamados.
La detención de la linfa, o estasis linfática, se produce también en las glándulas correspondientes y en los acúmulos del mismo tejido, como son las adenoides y las amígdalas. Éstas adquieren entonces un desarrollo exagerado, lo mismo que los ganglios del cuello, de las axilas y de las ingles. A causa de ello, el párvulo posee una expresión característica, apagada, opaca.
Las glándulas engrosadas le impiden respirar por la nariz; por eso deben mantenerse casi siempre con la boca entreabierta. También el olfato, el gusto y la audición pueden ser alterados. Finalmente, del linfático se dice que se halla en estado asténico, o sea que padece una debilidad general, sobre todo muscular. Todos estos síntomas exteriores son fácilmente reconocibles; por lo que la madre puede darse cuenta del estado del niño y concurrir al médico a tiempo.