El huevo fertilizado es alimentado y protegido, al tiempo que se desarrolla, durante 40 semanas de gestación, convirtiéndose primero en un embrión y luego en un feto. La placenta, una masa de vasos sanguíneos implantada dentro del útero, proporciona alimento y oxígeno y elimina los desechos a través del cordón umbilical.
Entretanto el feto se mantiene confortablemente alojado en el saco amniótico, una bolsa llena de un fluido que le protege de las sacudidas bruscas. En las últimas semanas de gestación, el feto, que ha crecido rápidamente, gira la cabeza hacia abajo: es un bebé listo para nacer.
Entretanto el feto se mantiene confortablemente alojado en el saco amniótico, una bolsa llena de un fluido que le protege de las sacudidas bruscas. En las últimas semanas de gestación, el feto, que ha crecido rápidamente, gira la cabeza hacia abajo: es un bebé listo para nacer.