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sábado, 16 de abril de 2011

LAS HEMORROIDES


Las hemorroides son, como ya hemos dicho, las várices que se forman en el recto, el último segmento del intestino.

CÓMO SE MANIFIESTAN
Esta enfermedad se manifiesta con la aparición de dolores violentos durante las tentativas de emisión de las heces, que pueden estar salpicadas de sangre por la rotura de los vasitos dilatados.

También en las hemorroides, como en las venas varicosas de las piernas, pueden producirse peligrosas complicaciones, que determinan un dolor insoportable en el ano, sensación de peso y de escozor en la zona afectada y pérdidas irregulares de sangre, incluso independientemente de la emisión fecal.

LAS CAUSAS
Las causas de las várices del recto son muy semejantes a las que determinan las várices en las extremidades inferiores. Existen, sin embargo, algunas otras particulares de esta zona, que son: el estreñimiento crónico, determinadas enfermedades del hígado, que obstaculizan el circuito sanguíneo de retorno de las venas intestinales, que pasan todas por dicho órgano, algunos procesos inflamatorios del último segmento del intestino (proctitis), el abuso de sustancias picantes o irritantes en los alimentos, los pólipos rectales, etc.

jueves, 14 de abril de 2011

Venas varicosas


¿Cuáles son las verdaderas causas de las venas varicosas? Es difícil decirlo. Pueden ser muchas. Con todo, la causa primera es —como hemos visto— la escasa resistencia, muchas veces hereditaria, de los tejidos que forman las venas.

La causa directa es todo lo que constituye un obstáculo para la circulación: enfermedades u otras causas que provoquen una reducción de los movimientos (vida sedentaria o bien trabajo en pie durante muchas horas, largos períodos de permanencia en cama, etc., etc.); ligas que aprietan demasiado las piernas; embarazos frecuentes, durante los cuales ciertos vasos sanguíneos son comprimidos durante largo tiempo; enfermedades que obstaculicen el natural fluir venoso (graves inflamaciones uterinas, o masas tumorales abdominales, o linfoglandulares).

miércoles, 13 de abril de 2011

QUÉ SON LAS VÁRICES


Habitualmente, las venas hacen fluir la sangre hacia el corazón con regularidad. Pero en determinados casos esto no se produce normalmente y la circulación venosa sufre una detención. Esto ocurre sobre todo en personas que, por constitución, tienen las paredes de las venas debilitadas, poco resistentes, y las válvulas venosas no perfectamente formadas.

A estas personas les puede suceder —por diversas causas que más adelante veremos— que cedan ,en algún punto las paredes de las venas, haciéndose más finas; así, bajo el empuje de la sangre que presiona desde dentro, las venas tienden a dilatarse y alargarse, haciéndose cada vez más tortuosas e hinchadas. Estas dilataciones anormales de las venas son precisamente las várices.

LAS ZONAS AFECTADAS
Este fenómeno se produce generalmente en las venas de la mitad inferior del cuerpo. Efectivamente, las várices —tanto si se trata de venas varicosas como de hemorroides (várices del recto) —se encuentran siempre en la parte baja del abdomen y en las piernas.

LAS VÁRICES DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES
Las várices de las piernas son las más frecuentes; por lo general, se extienden a ambas extremidades, si bien se desarrollan más en una de ellas. Se forman en las venas superficiales y sobre todo en las ramificaciones de la vena sajena interna, que sube por la pantorrilla y luego a lo largo de la parte interna del muslo.

CÓMO SE MANIFIESTAN
Bajo la piel de la pierna, coincidiendo con las venas enfermas, se nota una hinchazón azulada, que con el tiempo se va haciendo cada vez más evidente. A veces se advierte una frondosa red de venillas azuladas y ün poco resaltadas. Cuando aparecen manchas azuladas más o menos extendidas, se habla de microvárices, pues la enfermedad ha afectado especialmente los capilares venosos, que son unos vasos delgadísimos. En los casos más graves, las dilataciones se extienden a toda la zona afectada y entonces se trata de una verdadera descompensación venosa.

lunes, 11 de abril de 2011

Las venas y las várices


Que son y como se producen

Cuántas veces ha ocurrido que al término de una jornada fatigosa o bien después de haber pasado muchas horas en pie, advertimos una molesta sensación de tensión en las piernas, un entumecimiento en las rodillas, una hinchazón más o menos acentuada en los tobillos!

Todas éstas pueden ser señales normales de un cansancio natural y, por fortuna, la mayoría de las veces no pasan de serlo; pero en alguna otra ocasión tales síntomas indican el comienzo de un trastorno bastante común: las llamadas venas varicosas o simplemente várices, una de las enfermedades que afectan las venas. ¿Qué son estas várices? Si queremos tener una idea suficientemente clara de ello, es necesario saber previamente qué es una vena y cómo funciona.

CONOZCAMOS LAS VENAS
La sangre circula por el cuerpo humano a través de vasos de distinta estructura: las arterias y las VENAS. Las arterias parten del corazón y llevan la sangre hacia la periferia del cuerpo, mientras que las venas son los vasos que sirven para devolver la sangre de la periferia al corazón. Está claro que arterias y venas, pues tienen misiones diferentes, habrán de tener también estructura y constitución diversas.

Mientras las arterias son, en general, muy elásticas y tienen posibilidad de dilatarse y contraerse, según las necesidades, las venas, por el contrario, son más gruesas e inertes.

Como deben llevar hacia el corazón la sangre procedente de la periferia, las venas situadas en las partes más bajas del cuerpo están provistas de válvulas, en forma de nido de golondrina, para impedir que la sangre vuelva a descender. Estas válvulas, que se hallan situadas a intervalos irregulares a lo largo de la pared interna del vaso, están dispuestas de manera que dejen pasar la sangre únicamente en dirección al corazón.

sábado, 9 de abril de 2011

Prevención y cura del linfatismo


Frecuentemente, la constitución linfática es hereditaria. Basta entonces un estímulo leve, como por ejemplo, una inflamación, una infección común, para que aparezcan en el niño tumefacciones glandulares, estasis linfáticas, etc. Ante los primeros síntomas, la visita médica servirá para un diagnóstico seguro, al mismo tiempo que para un tratamiento adecuado. Para atacar el mal, serán útiles las curas destinadas a reforzar las defensas naturales del niño; por ello se recomienda el yodo, hierro, arsénico, vitamina D, etc.

El clima marino, con su rico contenido en yodo, es realmente favorable, lo mismo que los baños de sol (helioterapía), tomados con prudencia, la aplicación de rayos ultravioleta, la vida al aire libre y una moderada práctica de los deportes. La alimentación debe ser completa, sobre todo a base de arroz, pastas, carnes, pescados, legumbres, verduras, frutas fresca y seca, leche, manteca, queso, crema y huevos.


El linfatismo no curado puede acarrear una serie de complicaciones: predispone a los catarros bronquiales, al asma, a las infecciones e incluso a las alteraciones cardíacas; la piel adquiere una permeabilidad mayor y es atravesada sin dificultad por numerosos gérmenes patógenos, como por ejemplo el bacilo de la tuberculosis.

Por otra parte, incluso la inteligencia del niño se resiente, tiene poca memoria, sufre un exceso de sueño, y no es capaz de prestar una atención prolongada. De allí que estos malestares repercutan también en los estudios. Por eso cuando nos encontramos con un niño que no aprovecha debidamente en el colegio, convendrá controlar su estado de salud. Y en este sentido no está de más ponderar la importancia del papel que cumple el médico de familia como valioso auxiliar en la labor pedagógica de la escuela.

jueves, 7 de abril de 2011

Linfatismo y las glándulas linfáticas


SON pocos los niños que no hayan sido alguna vez afectados de linfatismo. Ello se debe a que con este término se designa un estado orgánico propio de la infancia. Cuando las madres intercambian impresiones sobre su prole, con frecuencia se oye decir: "Mi hijo es un poco linfático", o también: "El médico ha ordenado baños de mar a mi hijo, porque padece de un cierto linfatismo". Como se ve, es un problema bastante común; por cuyo motivo será útil conocerlo y seguir algunos consejos.



SE ASIENTA EN LAS GLÁNDULAS LINFÁTICAS

Linfatismo deriva de "linfa", que quiere decir agua. La linfa es un líquido claro que atraviesa las paredes de los vasos sanguíneos para llevar los materiales nutricios a la intimidad de los tejidos, o sea, a las células.

Pero en esta oportunidad es menester dirigir nuestra atención a las glándulas linfáticas, verdaderas estaciones de depuración de la linfa circulante, que existen en todo el cuerpo, sobre todo en el cuello, ingles, axilas, etc. Comencemos por decir que el linfatismo no es exactamente una enfermedad; los pedíatras (médicos de niños) lo consideran un estado constitucional, esto es, un estado particular del organismo de algunos niños. Por consiguiente, puede decirse que un niño es, normalmente, de constitución linfática.

El niño linfático es generalmente fácil de reconocer. Se manifiesta casi siempre pálido y muchas veces con aspecto de hinchado, porque en él la linfa tiene tendencia a salir de los vasos y a permanecer fuera, embebiendo los tejidos, que suelen tomar un aspecto turgente, como si estuvieran inflamados.

La detención de la linfa, o estasis linfática, se produce también en las glándulas correspondientes y en los acúmulos del mismo tejido, como son las adenoides y las amígdalas. Éstas adquieren entonces un desarrollo exagerado, lo mismo que los ganglios del cuello, de las axilas y de las ingles. A causa de ello, el párvulo posee una expresión característica, apagada, opaca.


Las glándulas engrosadas le impiden respirar por la nariz; por eso deben mantenerse casi siempre con la boca entreabierta. También el olfato, el gusto y la audición pueden ser alterados. Finalmente, del linfático se dice que se halla en estado asténico, o sea que padece una debilidad general, sobre todo muscular. Todos estos síntomas exteriores son fácilmente reconocibles; por lo que la madre puede darse cuenta del estado del niño y concurrir al médico a tiempo.

miércoles, 6 de abril de 2011

EL PERITONEO y la peritonitis


Es la membrana serosa que, con su hoja externa, tapiza las paredes de la cavidad abdominal y, con su hoja interna, envuelve los órganos en la misma (estómago, intestino, hígado, etc.). Para pasar de las paredes de la cavidad abdominal' a la superficie del intestino delgado, el peritoneo forma un repliegue, generalmente amplio, llamado mesenterio (del griego "mesos", en el medio, y "enteran" intestino).

Aparte de su función común de protección, el mesenterio tiene también una valiosa función de sostén, puesto que sostiene casi todo el tubo intestinal.

LA PERITONITIS
Es llamada así la inflamación del peritoneo. Es causada casi siempre por gérmenes provenientes de las visceras contenidas en el abdomen. La peritonitis puede ser difusa, cuando toma todo el peritoneo, o circunscripta, cuando toma sólo una parte de la membrana.

La peritonitis difusa, que suele comenzar en forma brusca, se manifiesta con dolor tortísimo en el vientre y vómitos frecuentes. Generalmente, sólo la intervención quirúrgica de urgencia da garantías de salvación, aunque, últimamente, el uso de los antibióticos ha venido a prestar una ponderable ayuda para el tratamiento de esta gravísima enfermedad. La peritonitis circunscripta suele ser la complicación de una apendicitis, o de una colecistitis (esta última se origi-oor una inflamación de la vesícula biliar).

lunes, 4 de abril de 2011

LAS PLEURAS y la pleuritis


Son las membranas serosas que envuelven los pulmones. Como todas las membranas serosas, la pleura está compuesta por dos hojas: una externa, que tapiza las paredes de la cavidad torácica, y otra, interna, que se adhiere a la superficie del pulmón.

En el intersticio que separa las dos hojas de la pleura, se encuentra una pequeñísima cantidad de líquido seroso, el líquido pleural. La pleura cumple una vital funcion protectora. Evita que los pulmones tengan que deslizarse sobre las paredes del tórax en los movimientos respiratorios.


LA PLEURITIS O PLEURESÍA
Es llamada así la inflamación de las pleuras, debida casi siempre a causas infecciosas, esto es, a gérmenes. La pleuresía puede ser seca, sin derrame de líquido (fibrinosa), o exudativa, con formación del mismo. Un signo típico de la pleuresía seca es el llamado frote pleural, que ausculta el médico durante su examen.

En condiciones normales, cuando las hojas de ¡a pleura se deslizan entre sí, no ocasionan ruido alguno; el frote se produce porque se ha depositado entre ambas hojas serosas cierta cantidad de fibrina, casi sólida, que obstaculiza aquel deslizamiento, haciéndolo ruidoso.

Si no es curada a tiempo, la pleuresía seca se transforma casi siempre en exudativa. En los casos graves se recurre a la paracentesis del tórax (toracocentesis) que, mediante una aguja, permite extraer el líquido, para aliviar la presión sobre el pulmón.

sábado, 2 de abril de 2011

EL PERICARDIO y la pericarditis


Esta palabra está formada por dos vocablos griegos: "peri", que significa alrededor, y "cardia", que quiere decir corazón. De acuerdo con su nombre, esta membrana recubre el corazón, cosa que hace hasta el lugar de nacimiento de los vasos gruesos (aorta, arteriea pulmonar, etc.). La hoja interna del pericardio, la que se adhiere al mismo órgano cardíaco en su superficie, es llamada también epicardio (del griego "epi", vecino, y "cardia", corazón). El líquido contenido entre el pericardio propiamente dicho y la hoja que hemos llamado epicardio, facilita los movimientos del corazón.

LA PERICARDITIS
Es llamada así la inflamación que toma el pericardio. Generalmente es producida por una enfermedad infecciosa, como la neumonía, la tuberculosis, el reumatismo articular agudo, etc. Existe la llamada pericarditis seca, caracterizada por la formación, entre ambas hojas de un fino retículo de fibrina, que puede obstaculizar los movimientos del corazón.

Otras veces, la inflamación del pericardio puede provocar la formación, entre ambas hojas, de una gran cantidad de líquido, que se acumula entre el pericardio y el epicardio.

En estos casos, la pericarditis se denomina húmeda, o con derrame. El excesivo depósito de liquido comprime el corazón y llega a dificultar sus movimientos. En casos graves es necesario practicar la paracentesis (del griego "para", vecino, y "chenteo", punción) o punción del pericardio, para extraer el líquido acumulado y liberar al corazón de la presión.

viernes, 1 de abril de 2011

Las membranas serosas


Ya hemos hecho notar otras veces, al hablar del sistema nervioso, que tanto el cerebro como el cerebelo y la médula espinal se hallan recubiertos por unas membranas llamadas meninges; éstas tienen, sobre todo, una función protectora, evitando que estos delicadísimos órganos se hallen en contacto directo con los huesos: los de la caja craneal para el encéfalo y los del conducto vertebral para la medula.

Sin embargo, no sólo el cerebro, el cerebelo y la medula, tienen el privilegio de estar protegidos de este modo. En efecto, todos los órganos contenidos en la cavidad torácica y una gran parte de los de la cavidad abdominal están envueltos también por membranas semejantes que, por contener una pequeña cantidad de un líquido seroso, se denominan en su conjunto membranas serosas.

CÓMO ESTÁN CONSTITUIDAS

Antes de hablar de cada una de estas membranas, diremos algo sobre ciertas características que son comunes a todas ellas. Comenzaremos por decir que cada una de las membranas serosas está formada por dos hojas, una interna y otra externa. Es evidente que el nombre de hojas se les aplica por la delgadez de las mismas. La hoja externa es aquella parte de la membrana serosa que tapiza la pared de la cavidad (torácica o abdominal) en donde se hallan los órganos.

La hoja interna, en cambio, es la que recubre directamente los órganos contenidos en las citadas cavidades. Es interesante notar que las dos hojas no son independientes una de otra sino que una es la continuación de la otra. En efecto, la membrana serosa, después de haber revestido la pared de la cavidad se repliega sobre sí misma, para recubrir el órgano contenido en la citada cavidad.

Si lo observamos atentamente, notaremos que las dos hojas están separadas entre sí por un intersticio, vale decir por un espacio mínimo. Allí se percibe una cavidad, que en condiciones normales es prácticamente virtual, ya que aquéllas están, podemos decir, en contacto entre sí.

Ahora bien, esta pequeña cavidad entre las dos hojas de las serosas contiene cierta cantidad de un líquido seroso, cuya función es la de lubricar, favoreciendo, de esta manera, el deslizamiento de una hoja sobre la otra, en los movimientos de los órganos que recubren. En efecto, si este líquido faltara, las dos hojas se pegarían entre sí, dificultándose de manera considerable los movimientos de los órganos.

Estas membranas son definidas como sacos carentes de abertura, destinados a rodear diversas cavidades. Son consideradas órganos de revestimiento que facilitan la dinámica de las visceras.